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09 May 2012

¯009_rain

1:56 AM


Hola gente bella~

Les iba a escribir el viernes como siempre pero no encontré un tema que me animara a escribir, el domingo en la mañana andaba en medio de mis quehaceres, procrastinando para no empezar la tarea, y las condiciones climatológicas me motivaron lo que les vengo a comentar, dado a la falta de tiempo, hoy.

Primero que nada les doy música, la canción que sonaba en mi playlist cuando se me ocurrió el tema de hoy era Angel in disguise - Pillar y a pesar de que la letra no sea la más apropiada, siento que sí lo es la emoción que transmite su música. Sin embargo la canción que sonaba en mi playlist al momento de escribir el tema sí encaja de maravilla y se las comparto. Siempre he admirado la forma en que el modo aleatorio de mi playlist selecciona las canciones que necesito escuchar.



El video es fanmade, así que pueden darle a Play ignorar la imagen y escuchar la música mientras leen.

Me fascinan los días nublados. Tanto más que los lluviosos, que por más similares que puedan ser, o por más cercanos que se tengan el uno del otro, para mí no son lo mismo. La cantidad de agua sobre la ropa es la principal diferencia obvia entre un día gris y uno lluvioso, lo demás son detalles con los cuales no les pienso abarrotar las líneas de hoy.

Quizás sea por mi rechazo hacia el sol, por mi fotosensibilidad invasiva, o producto de alguno que otro desorden mental de los que me sobran, pero cuando para muchos un día gris es un mal presajio, yo encuentro una paz inmensa al salir a la calle y contemplar un cielo completamente nublado. Simplemente me alegra. Debería escribir una entrada que trate la diferencia entre la alegría, el gozo, el contentamiento, y la felicidad.

Es un tanto similar a la sensación que se tiene cuando se disfruta de una buena taza de chocolate caliente frente a la pc mientras se escucha el sonido de la lluvia a través de la ventana y sí, es el "sonido" de la lluvia, no "ruido", como lo catalogan muchos.

Sé que muchas veces culpan a la lluvia por los grandes desastres de la naturaleza, Pero yo no me atrevo a culparla. Sin ánimos de caer en supersticiones o de ir en contra de las creencias me gustaría plantearles la lluvia como una emoción o sentimiento de la madre naturaleza. Y no, por favor no, no la asocio al llanto, no hablo de que las nubes lloren. No hablo de ahogarse en llanto para desahogar las penas.

Me refiero a que es algo tan noble y tan sublime que puede robar una sutil sonrisa al acariciar suavemente cada hoja con el rocío o también puede inundar todo a su paso llenando cada rincón posible hasta sentirse saciada. Puede ser completamente dulce y nutrir a las plantas o puede ser gravemente ácida y querer devorar todo a tu paso. No por eso deja de ser lluvia.

No importa qué esté haciendo la gente en cada una de sus peculiares vidas, no importa cuán alta esté la montaña o cuán profundo se encuentre el valle, no importa si se aclama al unísono o si se maldice su presencia, la lluvia simplemente cae. Simplemente está allí y sólo basta que se seque para que vuelva a caer a su manera.

Dicen que no se puede detener la lluvia al caer, pero ¿por qué detenerla? ¿por qué luchar en vano contra aquello que da vida a la naturaleza? La lluvia, al igual que las emociones, simplemente fluye a su antojo.

En teoría la lluvia es una de las consecuencias que acarreamos por la desobediencia de los prediluvianos, semejante a una maldición que yace por el mal alguna vez cometido. Lo ideal podría ser retroceder el tiempo y evitar su desobediencia, lamentar su error, clamar misericordia para corregir el daño del pasado.

Pero yo no creo en los errores. Lo que la gente llama errores son parte de los pasos que nos han llevado hasta donde estamos y hasta lo que somos el día de hoy. Se puede desear borrar esas huellas y reescribirlas en otro sentido que tenga un panorama más prometedor, pero al final la grama siempre será más verde del otro lado, hacerlo nos restringiría ["restringiría" no es la palabra que busco pero a esta hora el sueño no me deja buscar palabras] de las cosas a las que le damos valor hoy.

Después de todo, de no haber tenido su lugar el diluvio jamás habríamos conocido el arco-iris.

Así que mi consejo, es que escuchen a la lluvia, deleitense con su sonido, disfruten de su esencia, prueben... no, mejor no la prueben, con toda la contaminación actual se podrían enfermar al tomarla o  incluso al mojarse se podrían sencillamente resfriar.

Me da repudio la gente en general que se aglomera en la entrada del metro o bajo el techo de la entrada de algún local cercano sólo a ver la lluvia esperando que termine de caer, y que dificultan el paso de quienes aun continuamos nuestro camino a pesar de la lluvia. No la disfrutan, no la valoran, sólo la observan preguntándose entre ellos cuándo será el fin. Sinceramente, y por más cliché que suene yo pienso que no hay nada como caminar bajo la lluvia.



Mi invitación hoy es a ver dentro de cada uno de nosotros, pensemos en esas lluvias que tenemos por dentro, todos esos sentimientos que nos salpican o nos inundan sin previo aviso y que los vemos de forma negativa. Quizás se sientan diferente si dejan de pensar en ellas como algo malo y lo disfrutan.

Saludos


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